viernes, 12 de agosto de 2011

SALMO 117, HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA.


[¡Aleluya!]
1Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
2Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
3Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
4Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
5En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
6El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
7El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.
8Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
9mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.
10Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
11me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
12me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.
13Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
14el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
15Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
16la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa».
17No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
18Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
19Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
20- Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
21- Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
22La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
23Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
24Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
25Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
26- Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
27el Señor es Dios, él nos ilumina.
- Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.
28Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
29Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

La Biblia de Jerusalén da a este salmo el título de En la fiesta de las Tiendas. Un invitatorio, vv. 1-4, precede al himno de acción de gracias puesto en labios de la comunidad personificada, completado con la serie de responsorios, vv. 19s y 25s, recitados por diversos grupos cuando la procesión entraba en el Templo. El conjunto se utilizó quizá para la fiesta descrita en Nehemías 8:13-18.

En la tradición cristiana, el v. 24 se aplica al día de la resurrección de Cristo y se utiliza en la liturgia pascual. A la aclamación ritual del v. 25, los sacerdotes respondían con la bendición del v. 26, que la muchedumbre repitió el día de Ramos aplicándola a Jesús, y que ha entrado en el Santo de la celebración dominical. Para Nácar-Colunga el título de este salmo es Canto triunfal. El poeta, librado por Dios de grave peligro, canta el poder y la misericordia de Dios para con él, y muestra firme confianza en su protección. O tal vez: himno de acción de gracias por una victoria sobre los enemigos de Israel. Estilo procesional, con intervención de sacerdotes, laicos y prosélitos.

Con ocasión de una gran solemnidad pública, el salmista entona un himno de acción de gracias por una victoria recientemente obtenida contra los enemigos de Israel. La distribución estrófica tiene un aire procesional, y parece que intervienen todos los estamentos de la sociedad israelita: los sacerdotes, los laicos y aun los prosélitos o adheridos al culto del pueblo escogido. Desde el punto de vista literario se debe notar el aire antifonal del salmo: una voz recita un verso, y el coro responde con una letanía de frases rimadas en consonancia con la idea principal expuesta por el solista que dirige el coro.

Este salmo es el último del grupo aleluyático («Gran Hallel») y rezuma un profundo sentido de acción de gracias. El salmista habla en nombre de la nación (v 10): Yahvé ha liberado milagrosamente al pueblo de un gran peligro nacional, y el poeta, recogiendo el sentir colectivo, expresa, durante una procesión al templo para ofrecer las víctimas, los sentimientos de gratitud hacia el Dios nacional.

Organizada la procesión (vv. 1-14), un salmista invita a todos los componentes del pueblo elegido a cantar los beneficios de su Dios. El pueblo responde: «porque es eterna su misericordia». Después el director de coro se dirige a cada uno de los estamentos de la sociedad israelita: a la casa de Israel, es decir, la representación del elemento laico de la teocracia israelita. El pueblo contesta con el estribillo anterior. A continuación se dirige el salmista a la clase sacerdotal -la casa de Aarón-, y el coro general contesta con el mismo estribillo. Finalmente, el salmista se dirige a los temerosos de Yahvé -los espíritus religiosos más selectos o quizá los «prosélitos» adheridos al culto yahvista, aunque de procedencia gentílica-, y el coro sigue repitiendo el refrán que ensalza la misericordia de su Dios.

A continuación (v. 5ss) el salmista declara cómo Yahvé ha mostrado su misericordia con él -habla en nombre de la colectividad nacional-, pues le ha liberado de una situación angustiosa. En realidad, teniendo a su favor a Yahvé, nada puede temer de sus enemigos. Los auxilios humanos son insuficientes y aun falaces; por eso, sólo debe confiarse en Yahvé, que no engaña y es omnipotente.

Después de la victoria sobre los obstinados enemigos (vv. 15-29), los israelitas, agradecidos, entonan himnos jubilosos de triunfo, pues se ha manifestado la diestra poderosa de Yahvé como en los tiempos antiguos. La estructura procesional parece mantenerse en la repetición del estribillo: «la diestra del Señor es poderosa». El pueblo entra solemnemente en el templo de Jerusalén y canta las nuevas gestas de su Dios, no inferiores a las del Éxodo.

Una vez llegados al umbral del recinto sagrado, una voz pide que se abran las puertas del templo, que representan la justicia; ellas guardan al Dios justo, y en su morada santa se muestra su espíritu de justicia para con su pueblo. Los guardianes del templo declaran que ésta es la puerta del Señor (v. 20). Por eso, por ella deben entrar sólo los justos, que conforman su vida a las exigencias de la ley divina. De nuevo una voz declara el motivo de la actual exultación colectiva: el pueblo de Dios, minúsculo en apariencia, ha sido despreciado por los grandes imperios, pero ahora se ha convertido, según los planes divinos, en piedra angular del edificio de todas las naciones (v. 22). Israel es, en efecto, la piedra angular en el edificio de la salvación de la humanidad, pues es el vehículo de transmisión de los designios salvadores de Dios en la historia. Jesucristo se aplicó este texto a sí mismo, pues las clases dirigentes de Israel no le han querido reconocer como Mesías, cuando es la piedra angular del mesianismo (San Mateo 21:42). En efecto, Cristo es el punto de conjunción del Israel de las promesas y el de las realizaciones mesiánicas universalistas. El salmista, entusiasmado ante los destinos de Israel, dice: Es el Señor quien lo ha hecho. Este día de la liberación de Israel es el día en que actuó el Señor.

Al hacer su entrada en el templo el presidente del cortejo procesional, una voz proclama enfáticamente: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Las turbas de Jerusalén saludarán con estas mismas palabras a Jesús al entrar triunfante en la ciudad santa.

Finalmente, se invita a todo el pueblo a desplegarse procesionalmente en el templo con los ramos en las manos. El salmo se cierra con la antífona inicial repetida por el pueblo: Dad gracias al Señor porque es bueno...

La distribución coral y procesional de las distintas partes del salmo parece necesaria para poder entender los cambios de personas y de ideas del mismo.



NOTA SOBRE EL ESTRIBILLO.

El estribillo es un recurso poético consistente en un pequeño grupo de versos que se repiten. Tradicionalmente encontramos el estribillo al principio de la composición y repitiéndose al final de cada estrofa. En la canción actual se entiende como estribillo también a una estrofa que se repite varias veces en una composición. Entre los poemas que tradicionalmente han llevado estribillo encontramos el zéjel, la letrilla y el villancico, a veces también el romance y otras formas de poesía popular.

El estribillo es una forma de repetición, base del ritmo y ligazón que da unidad al poema. Su nombre deriva de estribo, explicando su función de base o tema en que estriba la composición, al llevar en él la idea principal. En términos musicales, se suele mal llamar "coro" al estribillo.


Bibliografía:
-       Maximiliano García Cordero, en la Biblia comentada de la BAC
-       http://es.wikipedia.org/wiki/Estribillo
-       http://www.franciscanos.org/oracion/salmo117.htm


PARA TRABAJAR EN EL TALLER.

1. Busque el significado de las siguientes palabras: responsorios, procesional, prosélitos, estamentos, antifonal, letanía, estribillo, gentílica, falaces, exultación. Luego escriba un texto, utilizándolas.

2. ¿Qué titulo lleva este salmo en la versión Reina-Valera?

3. ¿Qué estribillos encuentra en este salmo?

4. Escriba un poema con estribillo.

5. Busque estribillos en la Biblia.


martes, 2 de agosto de 2011

LA BIBLIA COMO LITERATURA. III PARTE.

A. J. Levoratti
La primordial importancia de la lectura

Antes de hablar de un poema o de una obra literaria es necesario leerlos, no como profesor o estudiante, sino como lector. Un hermoso libro no está destinado a terminar en el estante de una biblioteca, ni tampoco en una clase de lingüística, de filología o de teoría literaria.

El paso primero e indispensable es la lectura, el contacto directo con el texto y la consiguiente reacción subjetiva de placer, sorpresa, disgusto o indiferencia frente al texto leído.
Tan esencial es esta primera etapa, que sería un error no detenerse en ella, o considerarla apresuradamente como un mero paso preliminar, que nos haga saltar enseguida a lo que importa realmente: el comentario, la interpretación o la explicación.

La obra literaria, en efecto, no es antes que nada un objeto de indagación, de análisis o de explicación, sea de carácter genético, psicológico, histórico, sociológico, estético o estructural. Más importante que cualquier explicación, y que cualquier técnica de explicación, es el contacto con el texto mismo: un contacto inmediato y vital, que se da, por ejemplo, cuando abordamos un texto poético no como un hecho que requiere explicación, sino como poema.

Aunque una aclaración nos ayuda muchas veces a comprender por qué una serie de palabras se ha constituido en una verdadera obra de arte, la poesía no se puede imponer con explicaciones. Más aún, las explicaciones sirven de muy poco si no hemos experimentado previamente, en la lectura y relectura del texto, que él nos agrada o emociona, es decir, que nos afecta personalmente. Si un poema no nos dice nada queda excluida de raíz la posibilidad de establecer una auténtica relación con él.

El análisis del texto viene después, como una actividad perfectamente legítima. Pero esa actividad fallará en su objetivo si no se basa en una lectura atenta, receptiva, y si no llega a comprender el porqué del placer, del desagrado o de la indiferencia que la lectura ha producido en nosotros; es decir, del efecto que ha producido en nosotros y no del que debería producir según las reglas del juego retórico o crítico.

Aquí es preciso señalar un principio inamovible de toda teoría literaria: resulta imposible aislar el «sentido» de una obra de su expresión verbal. En la medida en que un texto es realmente literario y no meramente informativo, puede decirse que es su propio significado. El texto no tiene un sentido separable de su expresión literaria, que pueda ser enunciado de cualquier otra manera; la forma en que ha sido expresado en la obra es de hecho el «mensaje» o el «significado» de esa obra. Como ese significado no puede encapsularse en cualquier otra serie de palabras, todo comentario debe apuntar a iluminar la obra para que el lector vuelva a ella.

La fusión de forma y sentido es más evidente aún en el caso de la poesía. De hecho, la poesía es portadora de significaciones que el discurso en prosa no logra expresar. El sentido de la obra poética está de tal manera unido a su estructura verbal, que cualquier intento de captarlo al margen o fuera de esa estructura está condenado al fracaso.

El equívoco se encuentra tal vez en la palabra «sentido». Sin duda están en lo cierto los que pretenden que todo poema tiene un sentido y esperan apropiarse de él mediante una lectura atenta. Pero el error comienza cuando se identifica la significación del poema con una idea o pensamiento desprendido de la estructura verbal que les sirve de soporte.

En el lenguaje no poético, la certeza de haber comprendido la idea coincide con la posibilidad de expresarla de distintas formas, hasta el punto de poder liberarla de toda formulación determinada. El primer carácter de la significación poética, en cambio, es por completo distinto. El sentido se encuentra indisociablemente unido al lenguaje que lo manifiesta, de manera que la poesía, para ser comprendida, reclama una afirmación total de la forma en que se expresa.

El sentido del poema es inseparable de las palabras, acentos y ritmos; sólo existe en ese conjunto y desaparece apenas se intenta separarlo de la forma que le ha dado el poeta. No es posible una distinción entre forma y contenido: lo que el poema significa coincide con lo que es, y el lector que quiera comprenderlo de veras debe asumirlo por entero, asimilarlo materialmente y percibir su poder gracias a la docilidad con que se entrega a la expresividad del lenguaje.

La significación poética se revela en el poema y solamente en él; pertenece a la categoría de lo único, y no hay palabras, accidentes o detalles que puedan cambiarse sin empobrecerla o alterarla. De ahí la necesidad de reprimir el primer impulso de la razón discursiva, que pretende traducir los versos a una forma en apariencia más inteligible. El mensaje poético no puede comunicarse por un medio distinto del poema mismo. Por eso el poema, cuando es realmente tal, se impone de una manera que impide toda metamorfosis.

Si lo significado poéticamente se identifica con su expresión y forma con ella, al menos en condiciones ideales, un conjunto indivisible, ello se debe a que el lenguaje literario o poético no desempeña el mismo papel que el del discurso ordinario.

En la vida cotidiana, el lenguaje es esencialmente un medio de comunicación. Su modo natural es la prosa, que no se somete a medidas ni a cadencias fijas. El verso, en cambio, tiene una forma de expresión artificiosa, exclusivamente literaria. Sus elementos están rigurosamente organizados según pautas de medida o extensión (el metro) y de ritmo o sonoridad.

El ritmo poético es de naturaleza sonora y consiste principalmente en la organización regular de los acentos y las pausas en un determinado número de sílabas. De ahí que para apreciar la sonoridad de algunos versos particularmente rítmicos sea necesario recitarlos en voz alta.

Con frecuencia se confunde el verso con la poesía. Esta confusión se debe a que el verso es la forma más frecuente de expresión de la poesía. Pero el verso es sólo una forma de expresión literaria. La poesía, en cambio, implica la perfecta fusión de forma y contenido. Su significación no radica en una noción más o menos separable de las palabras, que posee al margen de ellas su propia inteligibilidad.

El lenguaje deja de ser un puro medio y tiene existencia por sí mismo como conjunto de sonidos, cadencias, imágenes poéticas y valores semánticos. El lenguaje revela en la poesía su auténtica esencia.


PARA TRABAJAR EN EL TALLER.

1) Lea el capítulo 5, versos del 1 al 12, de San Mateo en distintas versiones de la Biblia y compare las diversas formas de traducir los textos, según los destinatarios a los que está dirigida cada traducción.

2) Lea y disfrute un poema de un autor clásico. Exponga qué aspectos le agradaron del texto.

3) Analice los aspectos morfológicos y sintácticos del texto anterior.

4) Descubra los diferentes significados del mismo texto.

5) ¿Cuál es, a su juicio, la diferencia entre verso y Poesía?

6) ¿Qué conclusiones obtiene usted de esta tercera parte de “La Biblia como Literatura”?

LA BIBLIA COMO LITERATURA. II PARTE.

A. J. Levoratti
Algunas ideas de la clase anterior: ¿Qué es literatura? Su principal finalidad es causar placer estético. Los autores de la Biblia han dejado muestras claras de su interés por la forma en que transmiten su mensaje. La primera condición para la literatura es la competencia lingüística. Cada acto lingüístico se estructura sobre la base de modelos preexistentes, de manera que sin el conocimiento de la lengua resultaría imposible la comunicación verbal. No se aprende una lengua, sino que se aprende a crear en una lengua.

La competencia literaria

Algo semejante es lo que sucede cuando leemos una obra literaria. La obra tiene su existencia propia, pero revela su sentido únicamente al lector que la lee desde una cierta perspectiva y que es capaz de actualizar, mediante la lectura, las virtualidades del objeto literario.

Nadie llegará jamás a comprender y gustar un poema, ni siquiera el más sencillo, si desconoce por completo las convenciones del lenguaje poético. El conocimiento de la lengua capacitará al lector para comprender palabras y frases, pero la misteriosa concatenación de sonidos y significados que configuran el poema será para él poco menos que letra muerta.

Para convertir la secuencia lingüística en estructuras y significados literarios es indispensable haber internalizado previamente una «gramática» de la literatura, de manera que sin esa competencia literaria resulta imposible leer una obra como literatura.

Esta analogía puede parecer dudosa, porque si es obvio que el uso del lenguaje corriente presupone el conocimiento (al menos implícito) del sistema lingüístico, aún no se ha logrado elaborar algo así como una «gramática de la literatura». Sin embargo, es un hecho indudable que resulta imposible acercarse a la obra poética sin una cierta precomprensión, es decir, sin un conocimiento previo de los factores que intervienen en la constitución del discurso literario.

El poema no existe para quien no ve en él más que un conjunto de palabras. El gusto por la literatura requiere un verdadero aprendizaje, y es bien sabido cuánto tiempo y esfuerzo hacen falta para aprender a leer textos poéticos. Dado que la literatura es un sistema semiótico de segundo orden, que tiene a la lengua como base, no basta con hablar un idioma para apreciar los textos literarios escritos en ese idioma.

Sin duda, nuestra lectura no hace surgir la obra de la nada. Pero la materialidad inerte del libro la mantiene como un «puro posible», en espera del lector que la haga revivir. De hecho, la obra no existe más que en el acto de un lector que es capaz de recrearla.

La posesión del código lingüístico es sólo el primer requisito para la lectura, porque el texto literario está constituido por una intersección de códigos distintos. Leer implica entonces el conocimiento de estos códigos: pautas y convenciones culturales, cánones estéticos, recursos retóricos y estilísticos, procedimientos de composición. El texto, a su vez, es un «intertexto», un producto de otros textos con los que puede formar sistema o establecer una ruptura. Así toda escritura, por innovadora que parezca, supone la memoria y la huella de otras, anteriores o contemporáneas.

Una obra literaria no es un objeto sobre el cual bastaría fijar la vista. La lectura comporta la exigencia de una entrega, y hasta una especie de complicidad: prometemos entregarnos a la acción del texto. La lectura comporta la exigencia de una entrega. Leer, en sentido estricto, es sumergirse en un mundo ajeno, a condición de haber abandonado el propio.


PARA TRABAJAR EN EL TALLER.

1) ¿Qué es, a su juicio, saber leer?

2) Lea con atención el siguiente pasaje. Examine en qué medida también usted podría incluirse en la clase de lectores que aquí se describe:

«Cuando yo veo los libros que se venden en las estaciones de los pueblos suburbanos y miro, en el tren que me lleva de San Isidro a Retiro y viceversa, la clase de lectura en que se engolfan los pasajeros… pienso que de veras quien ha aprendido a leer tiene mucho camino que recorrer antes de saber leer. Y que ese saber hay que enseñarlo, pues es tan importante como el otro. Tengo entendido que la lucha contra el analfabetismo tiene prioridad en la Unesco. Sur [la revista fundada por Victoria Ocampo] ha dado prioridad a la lucha contra el otro analfabetismo, el de los que pueden leer y no saben leer.» (“La misión del intelectual”, conferencia dada por Victoria Ocampo en 1957 en la Asociación Pro Naciones Unidas Ana M. Berry).

3) Cuando viajo en transporte público, me asombra ver la cantidad de personas con miradas perdidas. Es un tiempo precioso para escuchar tu música preferida o para leer un buen libro. Una alternativa durante un trayecto es degustar algún capítulo o sección de la Biblia, un libro inspirador. Son guías sencillas de leer pero que con cada lectura te dan un pequeño consejo, una frase profunda o un pensamiento útil.

LA BIBLIA COMO LITERATURA. I PARTE.

A. J. Levoratti

Desde los tiempos más remotos existen poemas y escritos en prosa que hoy calificamos de «obras literarias». Pero hasta finales del siglo XIX no se contaba con una palabra que abarcara todos esos textos. Los griegos empleaban términos que designaban géneros literarios específicos, como «epopeya», «tragedia», «comedia», «historia» o «biografía».

Los antiguos hebreos hablaban de «proverbios», «alabanzas», «crónicas», «memorias» o «cantos», sin definir con mucha precisión el significado de esos términos. La tradición cristiana, por su parte, llamó «evangelios» a las obras que llevan los nombres de Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

Todos estos escritos, y muchísimos otros procedentes de distintas épocas, reunían ya las características que hoy se atribuyen a las obras literarias, pero sólo a partir de la fecha antes indicada se introdujo en el lenguaje corriente la palabra «literatura» para abarcar la totalidad de esa clase de escritos.

Hoy nos hemos familiarizado con obras literarias pertenecientes a distintos géneros y podemos identificar los textos que suelen incluirse bajo el epígrafe de «literatura». Pero aún no ha logrado responderse de manera plenamente satisfactoria a la pregunta: ¿Qué es literatura?

En una primera aproximación podría decirse que la literatura es «el arte de la palabra». Esta descripción se funda en la materia que constituye las obras literarias. Así como la pintura utiliza los colores y la música los sonidos, así las obras literarias están hechas de palabras. Bajo este aspecto, un texto literario coincide con cualquier otra forma de expresión verbal. Pero en las obras literarias las palabras están dispuestas de tal manera que constituyen una obra de arte.

Esta descripción puede valer como una primera aproximación, pero deja en suspenso numerosas cuestiones. No dice, por ejemplo, en qué difiere la poesía de la prosa, ni proporciona un criterio para distinguir la literatura del lenguaje corriente. Es decir, no responde a la pregunta crucial: ¿En virtud de qué factores una construcción verbal llega a ser una obra de arte?

Otra aproximación al hecho literario cree acercarse más a su realidad más profunda cuando lo define como «un tipo especial de comunicación». La palabra clave es aquí el adjetivo «especial», que se refiere concretamente al carácter estético del discurso que establece la comunicación.

A diferencia de otros actos de comunicación, que tienen casi siempre un carácter pragmático o utilitario, la comunicación estética es desinteresada. Es decir, su principal finalidad es causar placer, aunque también puede –colateralmente– producir otros efectos (como el de promover un determinado estilo poético, el de enriquecer la sensibilidad estética del lector o el de servir a la difusión de ideas y experiencias).

Otros teóricos pretenden eliminar del lenguaje científico la palabra literatura, por considerar que expresa un concepto ideológico. Según ellos, se habla de literatura para designar el conjunto de textos valorados por una sociedad, y resulta inevitable que esa valoración esté ideológicamente determinada. Incluye arbitrariamente las obras que se ajustan a determinados criterios, y excluye o margina, con la misma arbitrariedad, los escritos que no responden a los cánones convencionalmente establecidos.

De ahí que se haya propuesto sustituir el vocablo «literatura» por la expresión «práctica significante». Así quedaría descartada una palabra que lleva en sí una pesada carga ideológica y se emplearía en lugar de ella un término ideológicamente neutro.

El principal inconveniente de esta última expresión es que resulta demasiado genérica. «Práctica significante», en efecto, no es solamente lo que habitualmente se caracteriza como «literatura», sino toda actividad que recurre al empleo de signos.

Por otra parte, la carga ideológica no radica en las palabras tomadas aisladamente, sino en el uso que se hace de ellas. Las vanguardias estéticas chocan al comienzo con resistencias y críticas desfavorables, debido a la presencia de hábitos inveterados que se niegan a aceptar cualquier innovación. Pero una vez que logran imponerse, suele producirse el fenómeno contrario.

Las convenciones propias del estilo predominante en épocas anteriores o en otras corrientes estéticas se consideran artificiales, arcaicas o decadentes, y la afirmación del nuevo estilo no implica la eliminación de toda ideología, sino la sustitución de una ideología por otra.

En épocas más o menos recientes los métodos de análisis literario han tenido un extraordinario desarrollo y han surgido nuevas escuelas y corrientes de investigación. Estos nuevos enfoques han hecho sentir su influencia en el campo de los estudios bíblicos, y hoy es frecuente encontrar acercamientos a los textos de la Escritura que se inspiran en los nuevos métodos.

Los autores de la Biblia han dejado muestras claras de su interés por la forma en que transmiten su mensaje. Esta conciencia de la importancia del cómo expresar y comunicar un mensaje es lo propio de la función literaria.

Con estas dos primeras aproximaciones, aunque imperfectas, podemos introducirnos ahora en el tema que nos interesa: «La Biblia como literatura».

La competencia lingüística.
Cuando una persona escucha una frase o una serie de frases, puede captar su significado porque lleva al acto de la comunicación lingüística un repertorio notable de conocimientos conscientes e inconscientes.

Aunque oiga esas frases por primera vez, su conocimiento de los sistemas que constituyen la lengua (fonológico, sintáctico, semántico) le permite convertir los sonidos en unidades discretas, reconocer las palabras, interpretar las estructuras oracionales más complejas. La práctica del lenguaje en una determinada comunidad idiomática ha hecho que se deposite y exista virtualmente en su cerebro un sistema gramatical, y esa competencia lingüística lo habilita para emitir e interpretar un número potencialmente ilimitado de nuevas construcciones verbales.

Este simple hecho de experiencia muestra que el uso del lenguaje, incluso en la conversación más trivial, es un proceso de constante creación, cuya principal característica consiste en producir e interpretar nuevos enunciados en distintas circunstancias y con los fines más diversos.

Es preciso aclarar, sin embargo, que la creatividad puesta en acción por la persona que habla o escucha una lengua no es una creación a partir de la nada. Cuando alguien habla o escribe, algo nuevo acontece, pero la novedad de ese acontecimiento se inscribe en la intersección de varias realidades complejas y heterogéneas: la historia, el lenguaje, la cultura, el «autor».

En consecuencia, no tiene sentido concebir al escritor o al hablante como el origen absoluto de su propio discurso. Tampoco se puede apelar sin más al acto creador de un sujeto plenamente consciente de todas sus intenciones y de todos sus medios expresivos, que produce con entera libertad y en todas sus piezas una obra concebida de antemano al margen del lenguaje.

La mejor prueba de esta imposibilidad es la insatisfacción que suelen experimentar los poetas cuando comparan la obra realizada con la que habían soñado producir.

Hablar es expresarse en una lengua, y toda lengua es un hecho social, un código compartido socialmente y una actividad gobernada por las reglas de una gramática.

Por la misma condición esencial del lenguaje –que es la comunicación–, cada acto lingüístico se estructura sobre la base de modelos preexistentes, de manera que sin el conocimiento de la lengua resultaría imposible la comunicación verbal.

Los grandes creadores –Dante, Cervantes, Shakespeare, Góngora, Dostoievski– erosionan con frecuencia los cánones lingüísticos e imprimen de ese modo en sus escritos el sello particular de su estilo. Pero, sobre todo, utilizan en el grado más alto las posibilidades expresivas del idioma. En tal sentido se puede repetir con Humboldt y Croce que en realidad no se aprende una lengua, sino que se aprende a crear en una lengua; es decir, las palabras y las reglas lingüísticas son los elementos que nos proporciona el lenguaje para decir lo que nadie había dicho antes.

PARA TRABAJAR EN EL TALLER.
La lectura del siguiente texto le permitirá formarse una idea de su competencia lingüística. Cuente las palabras cuyo significado ignoraba y subraye las frases o expresiones que no le resultaron del todo claras. Luego podrá hacer lo mismo con algún texto bíblico. Por ejemplo, con el Salmo 16, en la versión de la Biblia que usted utiliza habitualmente. El siguiente pasaje está tomado de: Rainer Albertz, Historia de la religión de Israel en tiempos del Antiguo Testamento-II (Madrid: Trotta 1999), p.467.(i)

Situación de los deportados a Babilonia
«Si para los que habían quedado en la tierra la desaparición del reino de Judá supuso una oleada de dificultades cada vez más acuciantes, para los deportados a Babilonia el destierro significaba, prácticamente, una pérdida de identidad y el más profundo desarraigo personal y social. No sólo habían perdido su patria, sino también todas sus posesiones y, en la mayoría de los casos, su influyente posición social.
Familias enteras se habían visto desgarradas, o privadas de sus más sagrados vínculos de sangre y de vida. Con inconmensurable amargura tenían que vivir la cruel separación de sus hermanos y la incautación de sus bienes (Ez 11.15; 33.24). Sólo la sensación de haber sido violentamente secuestrados mantenía viva su esperanza en un inmediato retorno y en una revisión de lo que realmente había sucedido».

(La imagen superior representa al pueblo judío deportado a Babilonia)

 

jueves, 23 de junio de 2011

EL PARALELISMO EMBLEMÁTICO.


Es una de las formas secundarias de paralelismo en la poesía hebrea de la Antigüedad; un tipo embellecido de paralelismo sinónimo[1], en el cual se usa una figura literaria o imagen de alguna especie para desarrollar el pensamiento. Se llama emblemático[2] porque es el más característico de este tipo de expresión.

Veamos algunos ejemplos:

                      "No te impacientes a causa de los malignos,

                        Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.
                        Porque como hierba serán pronto cortados,
                       Y como la hierba verde se secarán"
                       (Salmo 37: 1, 2).

En el segundo verso se repite la idea del primero. Lo mismo ocurre con los dos siguientes. La idea de no impacientarse se asimila a no tener envidia; “los malignos” son “los que hacen iniquidad.” Ser cortada o secarse es el destino de la hierba; asimismo es el destino de los que obran el mal.

¿Qué figura se utiliza en estos versos? La comparación y un elemento que es tipo de lo pasajero. Se compara a los malos con la hierba. Esta palabra aparece 70 veces en la Biblia. 2 Samuel 23:4 presenta una imagen muy poética en que la hierba es el resultado de la lluvia. Job 5:25 relaciona la hierba con generación o multiplicación abundante. 1 Pedro 1:24,25 cita a Isaías 40:8 así: Porque: Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; / Mas la palabra del Señor permanece para siempre.” Salmos 37:2 expresa la fragilidad y brevedad de la vida humana.

Otro ejemplo lo encontramos en los siguientes versos:

"Serán avergonzados y vueltos atrás
                        Todos los que aborrecen a Sión.
                        Serán como la hierba de los tejados,
                        Que se seca antes que crezca;
                        De la cual no llenó el segador su mano,
                        Ni sus brazos el que hace gavillas.
                        Ni dijeron los que pasaban:
                        Bendición de Jehová sea sobre vosotros;
                        Os bendecirnos en el nombre de Jehová"
                        (Salmo 129: 5-8).

Le invito a hacer un análisis de este fragmento.




[1] El pensamiento fundamental se repite con palabras e imágenes diferentes en la segunda línea del dístico.
[2] Perteneciente o relativo al emblema, o que lo incluye. /  Significativo, representativo.

viernes, 13 de mayo de 2011

FRAGMENTOS DE PRUDENCIO, POETA CRISTIANO DEL SIGLO IV D.C.

He aquí algunos escritos, originalmente en versos, del interesante poeta AURELIO CLEMENTE PRUDENCIO. Les invitamos a leerlos, comentarlos y  descifrarlos. Su clave interpretativa está en la doctrina cristiana y bíblica. Nótese el aporte creativo que hace el vate a la espiritualidad cristiana. Fue uno de los primeros poetas en personificar las virtudes y vicios, representándolo como un combate del alma.

UNA NUEVA RAZA ESTÁ A PUNTO DE NACER; es otro hombre venido del cielo, no del barro de la tierra, como el primero; es Dios mismo revestido de la naturaleza humana, pero libre de las imperfecciones de la carne.

El Verbo del Padre se ha hecho carne viviente; hecha fecunda por la acción divina, y no por las leyes ordinarias de la unión conyugal, una joven le ha concebido sin mancha y va a darle a luz.

Un antiguo y violento odio reinaba entre la serpiente y el hombre; el motivo era la futura victoria de la mujer.

Hoy la promesa se ha cumplido: bajo el pie de la mujer, la víbora se siente humillada.

La Virgen que ha sido digna de dar a luz a Dios, triunfa sobre todos los venenos. La serpiente, ya sin armas, retuerce sobre sí misma con rabia su tortuoso cuerpo, y vuelve a arrojar su impotente veneno sobre la hierba, del mismo color verde que sus impuros anillos.

¿Cómo nuestro enemigo no tiembla, atemorizado por el favor divino hacia el humilde rebaño? Este lobo recorre ahora entristecido las hileras de ovejas sosegadas; olvidado ya de los destrozos, contiene para siempre sus fauces famosas por tantos estragos.

Por un maravilloso cambio, en lo sucesivo es el Cordero quien manda a los leones; y la paloma del cielo, en su vuelo hacia la tierra, quien hace huir a las águilas crueles que atraviesan las nubes y las tempestades.

ME LLAMO LA DISCORDIA; por sobrenombre Herejía; mi dios es cambiante -dice-; ora menor, ora mayor; a veces doble y a veces uno; cuando me place es aéreo o mera aparición fantástica; o es un alma inmanente al mundo cuando quiero burlarme de la divinidad. Mi maestro es Belial; mi casa y mi país, el mundo.

CATEMERINON.

16. Penetra luminoso en los corazones puros, que resplandecen consagrados como templos des¬pués que se han empapado de Dios en sus más íntimos senos.

19. Pero, si advierte que en las intimidades ya consagra¬das nace algún vicio o crimen, en seguida se aleja como de un templo profanado. El remordimiento horrible que sigue siempre a los ardo¬res de la culpa brilla tristemente con densas humaredas, y, perverso, aleja la inocencia mancillada.

25. Y no solamente el pudor y los deseos inocentes cons¬tituyen un templo perenne a Cristo en las más hondas inti¬midades del corazón, sino que ha de comprimirse dentro hasta la unificación completa del asiento, renovado con los alimentos de la fe, evitando los vahos de la crápula.

31. Los corazones no embarazados con las comidas reci¬ben con más gusto al Dios que les visita; éste es el alimento del alma y el sabor deleitable. Mas tú, ¡oh, Padre!, preparándonos un doble alimento, fortificas y llenas de vigor nuestros cuerpos y nuestras almas en ambos convites.

37. Así, tu ínclito poder en otro tiempo nutrió con man¬jar inopinado al hombre arrojado entre los rugientes leones. Los privados de la corte de la cruel Babilonia, juntamente con su tirano, habían condenado a muerte y a ser arrojado a las fieras, para que al momento lo devoraran con sus ham¬brientas fauces, a aquel que execraba la divinidad del metal fundido y que juzgaba un crimen contra Dios el inclinar su cabeza a los pies de una estatua fabricada de bronce.

46. ¡Oh piedad y fidelidad siempre segura! Los fieros leones lamen los pies al santo y temen, sin tocarlo, al que Dios ha nutrido.

49. Se tienden junto a él y humillan sus melenas; su ra¬bia se amansa, y el hambre, refrenada, rodea la presa con fauces no manchadas por la sangre. Y cuando el encarcelado llevaba mucho tiempo y estaba falto de comida, elevó al cielo sus palmas y rogó al Señor, que de él no se olvidaba;

67. “Toma alegre y come con gusto -le dice- los manjares que el Padre celestial y el ángel de Cristo te envían a ti, constituido en tal peligro". Y, tomados los alimentos, Daniel levantó su faz al cielo; y, cobradas las fuerzas con los manjares, "Amén -dijo-, ala¬bad a Yahvé."

73. Así, nosotros, ¡oh Señor, dador de todos los bienes!, fortalecidos con tus dádivas, te damos gracias y cantamos himnos.

76. Tú nos guardas mientras estamos como encerrados por un funesto tirano; esto es, por el torbellino del mundo prepotente, y reprimes la fiera, que va bramando en torno e intenta devorarnos, afilando sus dientes rabiosos de furor, por lo cual te rogamos a ti solo, Dios poderoso.

82. Nos vemos aherrojados, oprimidos, arrollados por los impíos; nos odian, nos despedazan, nos arrastran, nos ultra¬jan; la fe va unida con frecuencia a los suplicios más inicuos.

85. Pero no falta algún consuelo en los tormentos, pues se introduce en las cárceles el alimento celestial, refrenada la ira carnívora de los leones. Si alguno quisiera llenar lo más íntimo de sus arterias be¬biendo ávidamente, a boca llena, no con sorbitos delicados.

91. Éste, saciado por el profeta santo, tomará los manja¬res de los varones justos, que recogen sus mieses para un señor eterno. No hay cosa más dulce ni más sabrosa, nada que pueda agradar más al hombre, que los prenuncios piadosos de un profeta.

97. Tomados estos alimentos, aunque la tiranía insolente nos juzgue rebeldes y nos dé la muerte, y aunque suelten contra nosotros los hambrientos leones, nosotros, confesando siempre a Dios Padre en ti, Cristo Dios, confesaremos siempre la unidad y llevaremos siempre tu santa cruz.

HIMNO 5.

05. Así premió antiguamente a nuestros padres la insigne piedad del Dios único, por cuya pro¬videncia también nosotros nos alimentamos nutriendo el corazón con manjares divinos.

137. Nosotros pasamos esa noche en convivencia santa, con gozo sobrenatural, y aunamos a porfía en la vigilia nocturna nuestras súplicas, que llegan al Señor, y sobre el altar bien preparado celebramos los misterios.

HIMNO 9.

58. Con el alimento de cinco panes y dos pececillos se sacian por completo millares de comensales y se recogen doce canastas de sobras de comida.

61. Tú eres nuestra comida y nuestro pan, tú la eterna dulzura; no puede ya sentir hambre quien recibe tu alimen¬to; no llena el vacío del vientre, pero se nena de vida.

APOTEOSIS.

355. ¿No adviertes, desgraciada, que tú retratas al vivo nuestra pascua y que con las prolongadas figu-ras de la antigua ley representas todo el misterio que contiene la verdadera pasión, la pasión que protege con sangre nuestra frente y que, señalando el rostro, unge la casa de nuestro cuerpo?

430. Se amansaron los getas, y la cruel fiereza de los gelonos, que ávidamente mezcla en sus copas la sangre con la leche, ya bebe el licor precioso de la sangre de Cristo.

PSICOMAQUIA.

59. Después, Cristo Señor que es el verdadero Sacerdote nacido de Padre inefable, ofreciendo su alimento a los dichosos vencedores, entrará en la pequeña morada del corazón puro, dando a conocer el honor de la Trinidad inhabitadora.

64. Después, el Espíritu, unido amorosamente al alma su esposa, la hará fecunda .en obras eternas, aunque antes hubiera carecido de todo fruto. Entonces, la tardana madre, provista ya de su dote, llenará la casa del Padre con un heredero digno.

¿No os acordáis del maná celestial que Dios enviaba a los campamentos de nuestros abuelos, y del que en esta era tardía se ha dado al pueblo, y que es el cuerpo de Cristo? La crá¬pula de la torpe lascivia os arrastra a su inmundo lupanar a vosotros, que os habéis saturado con esos manjares del cielo.

PERISTEFANON.

HIMNO 2.

65. Se ha divulgado que ésta es la costumbre y ésta es la ordenación de vuestros sacrificios, que es la táctica de vuestra sociedad: que beban los sacerdotes en vasos de oro.

69. Dicen, que la sagrada sangre humea en copas de plata y que las antorchas de cera están fijas en candelabros de oro durante vuestros nocturnos sacrificios.

HIMNO 3.

Así, conviene adorar sus huesos, sobre los que se ha levantado un ara. Ella, acurrucada a los pies de Dios, atiende nuestros votos y propicia por nuestros cánticos, favorece a sus pueblos.

HIMNO 11.

169. A tales reconditeces se ha confiado el cuerpo de Hipólito, junto al lugar en que está puesta el ara dedicada a Dios.

171. Aquella mesa dispensadora del Sacramento, hecha al mismo tiempo depositaria fiel de su mártir, guarda en el sepulcro los huesos que ha de premiar el Juez eterno y alimenta al propio tiempo con manjares divinos a los habitan¬tes de la orilla del Tíbet.

175. La santidad admirable del lugar y el ara propicia a los que suplican robustece la esperanza de los fieles con be¬nignas concesiones.

DITOQUEO.

El Señor partió cinco panes y dos peces y saturó con ellos a cinco mil hombres. Con los restos se lle-nan doce canastos. ¡Tanta es la opulencia de la mesa celestial!

APOTEOSIS: Ensalzamiento de una persona con grandes honores o alabanzas. / Escena espectacular con que concluyen algunas funciones teatrales, normalmente de géneros ligeros. / Manifestación de gran entusiasmo en algún momento de una celebración o acto colectivo. / En el mundo clásico, concesión de la dignidad de dioses a los héroes.

PSICOMAQUIA: Poema alegórico que representó el combate por el alma humana entre las virtudes y los vicios personificados.

PARA TRABAJAR EN EL TALLER.



1) Escoja una frase de los versos de Prudencio, y construya un poema a partir de ella.


2) Hemos subrayado en este verso de Psicoquia, las palabras que nos parecen más interesantes. Con ellas, escriba un texto poético.


¿No os acordáis del maná celestial que Dios enviaba a los campamentos de nuestros abuelos, y del que en esta era tardía se ha dado al pueblo, y que es el cuerpo de Cristo? La crá¬pula de la torpe lascivia os arrastra a su inmundo lupanar a vosotros, que os habéis saturado con esos manjares del cielo.


jueves, 5 de mayo de 2011

LA INTERROGACIÓN RETÓRICA.




En Retórica, la interrogación retórica o pregunta retórica es, dentro de las figuras literarias, una de las figuras de diálogo. Se trata de una pregunta que se formula sin esperar respuesta. Puede presentarse bajo dos modalidades: la interrogatio, si la respuesta solo admite un sí o un no, y el quaesitum, si la respuesta tiene que ser más precisa. No es más que una forma suave de afirmación, atenuada por la disposición interrogativa como se expresa, ya que al no esperarse contestación se siente como aserción:

“¿Serás, amor
un largo adiós que no se acaba?”
Pedro Salinas

La palabra Interrogación procede de un vocablo latino "interrogata", que quiere decir "pregunta". No todas las preguntas son figuras de retórica; es pregunta de retórica cuando la misma pregunta encierra una conclusión evidente.

El Diccionario de la R.A.E. define a la Interrogación de la siguiente manera: "Figura de Retórica que consiste en interrogar, no para manifestar duda o pedir respuesta, sino para expresar indirectamente una afirmación, o dar más vigor o eficacia a lo que se dice".

En la Biblia se utiliza mucho la interrogación, como cuando habla de los ángeles e interroga: "¿No son todos espíritus administradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de salud?". (Hebreos 1:14) En este versículo se entiende que no pregunta sino afirma que el ministerio noble de los ángeles en el cielo y en la tierra es un hecho incontrovertible, según se puede comprobar en un salmo: "...que ejecutáis su palabra, obedeciendo a la voz de su precepto. Bendecid a Jehová vosotros todos sus ejércitos, ministros suyos que hacéis su voluntad". (Salmos 103:20, 21)

INTERROGACIONES
Gabriela Mistral

¿Cómo quedan, Señor, durmiendo los suicidas?
¿Un cuajo entre la boca, las dos sienes vaciadas,
las lunas de los ojos albas y engrandecidas,
hacia un ancla invisible las manos orientadas?

¿O Tú llegas después que los hombres se han ido,
y les bajas el párpado sobre el ojo cegado,
acomodas las vísceras sin dolor y sin ruido
y entrecruzas las manos sobre el pecho callado?


El rosal que los vivos riegan sobre su huesa
¿no le pinta a sus rosas unas formas de heridas?
¿No tiene acre el olor, sombría la belleza
y las frondas menguadas de serpientes tejidas?

Y responde, Señor: Cuando se fuga el alma
por la mojada puerta de las largas heridas,
¿entra en la zona tuya hendiendo el aire en calma
o se oye un crepitar de alas enloquecidas?

¿Angosto cerco lívido se aprieta en torno suyo?
¿El éter es un campo de monstruos florecido?
¿En el pavor no aciertan ni con el nombre tuyo?
¿O van gritando sobre tu corazón dormido?

¿No hay un rayo de sol que los alcance un día?
¿No hay agua que los lave de sus estigmas rojos?
¿Para ellos solamente queda tu entraña fría,
sordo tu oído fino y apretados tus ojos?

Tal el hombre asegura, por error o malicia;
mas yo, que te he gustado, como un vino, Señor,
mientras los otros siguen llamándote Justicia,
¡no te llamaré nunca otra cosa que Amor!

Yo sé que como el hombre fue siempre zarpa dura;
la catarata, vértigo; aspereza, la sierra.
¡Tú eres el vaso donde se esponjan de dulzura
los nectarios de todos los huertos de la Tierra!

EL INSTANTE.
Jorge Luis Borges

¿Dónde estarán los siglos, dónde el sueño
De espadas que los tártaros soñaron,
Dónde los fuertes muros que allanaron,
Dónde el Árbol de Adán y el otro Leño?
El presente está solo. La memoria
Erige el tiempo. Sucesión y engaño
Es la rutina del reloj. El año
No es menos vano que la vana historia.
Entre el alba y la noche hay un abismo
De agonías, de luces, de cuidados;
El rostro que se mira en los gastados
Espejos de la noche no es el mismo.
El hoy fugaz es tenue y es eterno;
Otro Cielo no esperes, ni otro Infierno.


“¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
En mi pupila tu pupila azul.

¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía eres tú.”
Gustavo Adolfo Bécquer


¿QUÉ SE AMA CUANDO SE AMA?
Gonzalo Rojas

¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?

¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?

Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.

PARA TRABAJAR EN EL TALLER.

1) Escriba diversas interrogantes en dísticos, acerca de la Divinidad y compártalas con el Taller.
2) Responda a alguna de las preguntas de los poetas célebres.
3) Busque entre sus propios poemas, uno en que usted utilice la interrogación retórica.
4) Haga una lista de posibles interlocutores no humanos, a quienes dirigir su Poesía.

martes, 25 de enero de 2011

EL LENGUAJE DE JESUCRISTO.


José Ferreira

“¡Jamás nadie habló así!”
Un día el Sanedrín, el órgano máximo de autoridad del Templo y también la máxima autoridad judía, mandó a sus guardias a prender a Jesús. Ellos fueron pero no lo prendieron, respondieron que “jamás nadie habló así” (Juan 7,46). No es difícil deducir que Jesucristo era un excelente comunicador, que se explicaba muy bien. Era un líder que usaba principalmente el recurso de la palabra para mover multitudes hacia sí, eran millares de personas, cuando menos en ciertos momentos de su enseñanza, venían de lejos, haciendo largas caminatas a pie y permanecían junto a Él muchos días. Voy a considerar tres aspectos de su lenguaje: el oratorio, lenguaje por imágenes y el uso de la parábola.

Frente a la multitud.
Jesús habló frecuentemente a la multitud, estos breves trazos reflejan este tipo de comunicación y conservan marcar oratorias bastante nítidas. El primero es la versión de las Bienaventuranzas que vienen en el Evangelio de San Lucas:
Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.
Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados.
Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis.
Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre.
Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el Cielo, porque de ese modo trataron sus padres a los Profetas.
Pero ¡ay de vosotros, los ricos, porque habéis recibido vuestro consuelo!
¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos! Porque tendréis hambre
¡Ay de vosotros, que reís ahora! Porque tendréis aflicción y llanto.
¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros, era precisamente así como sus padres trataban a los falsos profetas! (Lucas 6, 20-26)

La primera observación es esta: al contrario de San Mateo, cuya proclamación de las Bienaventuranzas es un bloque homogéneo de ocho declaraciones positivas “eufóricas”, aquí tenemos dos bloques, uno de cuatro bienaventuranzas, y el otro de declaraciones de infelicidad, imprecaciones, malaventuranzas.

Se trata de bloques antagónicos: los pobres se oponen a los ricos; los que tienen hambre se contraponen a los que “están hartos”, se observa la habitual conjunción adversativa que hace la separación de las aguas...

Además del antagonismo, el texto le da gran relevancia a la alegoría y al paralelismo. La reunión de los tres procesos -antagonismo, alegoría y paralelismo- alerta de inmediato para el efecto oratorio de la proclamación, indudablemente, con esta formulación se obtiene un efecto de solemnidad.

Por otro lado, los mismos procesos recuerdan a textos antiguos, como los salmos y la literatura sapiencial, de la tradición del antiguo testamento. Repárese también en el uso de la segunda persona verbal, de la interjección.

Pero existen dos procesos relevantes, comencemos por la paradoja, realmente tiene mucho de paradoja declarar felices a los pobres y a los que tienen hambre ¿Quién de nosotros desearía esa felicidad?

La paradoja es bastante común en San Lucas e indica una orientación importante de su evangelio: el radicalismo de la fuerza transformadora de su mensaje, que a veces tiene aires modernos de izquierda.

Se trata de una orientación muy fácil de ilustrar: en el pesebre, Jesús no tiene la visita de sabios ni de piadosos, pero si la visita de pastores, considerados marginales, por no poder frecuentar la sinagoga. Fueron esos a los que el Niño Jesús quiso de visita. Al hijo pródigo que, en su regreso, se contentaba con se aceptado como criado por su padre, éste le da un fiesta (que escandaliza al hijo mayor). En la Cruz, uno de los dos ladrones tiene palabras de simpatía para con Jesús, que bastan para que él garantice que “hoy mismo” estarán en el Paraíso –sin recorrer un largo período en el Purgatorio, etc.

Hay muchas cosas desconcertantes, inesperadas en este evangelio, atendemos otro proceso, específicamente bíblico, se trata de lo que llamamos el “viraje al pasivo”.

“¡Felices ustedes, que ahora tienen hambre, porque serán saciados!” ¿Saciados por quién?

El judío piadoso, por respeto, evitaba pronunciar el nombre de Dios, eso solo debía ocurrir en contextos de mucha veneración y encontraba estratagemas para lograrlo, uno de los más conocidos consiste en transportar el verbo a la forma pasiva, sin mencionar el agente, identificado sólo por el contexto. La parte final de la frase, podríamos traducirla a nuestro lenguaje poco respetuoso del segundo mandamiento, así: “porque Dios os consolará”

Bien vistas las cosas, el proceso no está sólo en esta Bienaventuranza, aún no nombrado, es siempre Dios la garantía de estas afirmaciones paradojas.

Veamos ahora un texto de efecto oratorio comprobado: "¿Qué fueron a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué fueron a ver entonces? ¿Un hombre vestido con ropas finas? Los que usan trajes suntuosos viven regaladamente y están en los palacios de los reyes.

¿Qué fueron a ver, entonces? ¿Un profeta? Sí, Yo os digo, más que un profeta, es Aquel de quien está escrito:

Mando primero a mi mensajero, que prepara el camino delante de ti. Yo te digo, entre los nacidos de mujer, no hay profeta mayor que Juan, pero el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él." (7, 24-28)

Tenemos aquí un generoso elogio, el elogio es casi un lugar común de la oratoria. El inicio del texto está constituido por tres segmentos bastante paralelos, donde la interrogación retórica ocurre seis veces, pero en cada segmento la segunda interrogación funciona también como respuesta a la primera.

Así: ¿Qué fueron a ver al desierto? Respuesta (hipotética): una caña agitada por el viento... he aquí un proceso afín de las llamadas réplicas y contra-réplicas: Jesús imagina una respuesta, una réplica, y argumenta la contra..

Pero estas secuencias de interrogaciones se destinan a crear una expectativa, a hacer misterio, para la revelación siguiente y que esclarece el sentido de la persona del Bautista.

Por dos veces, Jesús asume su autoridad verdaderamente de oráculo, en la segunda vez recurriendo a un juego de palabras y yendo más lejos que la cita de Isaías y sin duda es un texto retóricamente rico, que se repite en Mateo (11, 7-12)

La alusión a los palacios de los reyes es ciertamente un efecto que se nos puede escapar, pues el Bautista no predicaba lejos de Jericó, donde Herodes el Grande mandara levantar tres palacios.

Véase el resultado producido por la intervención:

Y toda la multitud lo escuchó así como los cobradores de impuestos, reconociendo la Justicia de Dios y recibiendo el bautismo de Juan. Pero, al no dejarse bautizar por él, los fariseos y los doctores de la Ley anularon los designios de Dios. (Lucas 7, 29-30)

Obsérvese que los pobres, el pueblo y los cobradores de impuestos, tenidos como marginados, aceptan el mensaje de Jesucristo, y los que tienen el poder, los fariseos y los doctores de la Ley lo rechazan.

La comunicación de Jesucristo con las multitudes se hacía en términos que poseían marcas oratorias claras y, al mismo tiempo, complejas.

El lenguaje por imágenes y su poesía.
Hace tiempo, un escritor judío, llamaba a Jesucristo, “poeta galileo”, no le llamaba profeta, le llamaba poeta. Pienso que hay mucho de poesía en su lenguaje, en particular en el uso que hace de la imagen, hablemos entonces de sus imágenes: de su originalidad, de la frecuencia con que surgen, de su expresividad...

Comencemos por la imagen de la “caña agitada por el viento” del texto anterior, que está casi a la letra en San Mateo. Juan el Bautista enseñaba junto al Jordán, sobre todo próximo a la desembocadura del Mar Muerto, donde estaba su segunda tierra, Qumram, si es que es cierto –por lo menos probable_ que pasó allí varios años.

En el Jordán y en algunos aguadores próximos, había cañaverales, el pueblo de Israel iba a oírlo y el oyente de Jesucristo sabía eso, por lo que la imagen de la caña radica en una realidad de observación familiar al receptor, en donde se descubre el alcance simbólico.

Todos sabemos que muchas veces es difícil darle un aire de gracia a nuestro lenguaje, cuando mucho, nos socorremos de una y otra imagen, de una u otra hipérbole, que es la más de las veces un lugar común. Muchas veces ni eso ocurre, pero en el lenguaje de Jesucristo es muy frecuente que se descubra esa poesía, las potenciales simbólicas de las realidades que lo rodean.

Véanse algunos ejemplos:

Mirad los lirios del campo (Mt 6, 28) es una imagen primaveral; La mies es grande pero los trabajadores son pocos (Lc 10, 2) imagen unida a la recolección del trigo; Sed simples como palomas, prudentes como serpientes (Mt 10, 16) el espacio desértico de Judea explica mejor la mención de la serpiente; Vos sois la luz del mundo (Mt 5, 14) en sentido común, la luz del mundo es el sol, ser la luz del mundo es iluminar todo como el sol. Parece que esta imagen tiene que ver con cierta iluminación nocturna en el Templo; Yo soy el Buen Pastor (Jn 10, 11) esta imagen pastoril, con tradición bíblica hace más sentido en las tierras judías; Vine a traer el fuego al mundo (Lc 12, 49) imagen usada cuando, los incendios consumen una casa, unas plantas, la floresta entera, en este caso, el fuego debe abrasar el mundo entero; No tengan recelo, en el futuro serás pescador de hombres (Lc 5, 10) este era un lenguaje apropiado para Pedro.

No necesita de más pruebas que la imagen era muy frecuente en el lenguaje de Jesucristo, sus imágenes eran expresivas, y siguen teniendo la misma vitalidad y la misma capacidad de sorprender como hace dos mil años.

Pero sus imágenes ¿sería que surgían siempre del espacio circundante? Como en Álvaro de Campos.

Nadie queda prisionero de un proceso aunque lo valorice, se complementa con los otros, se unen. En los ejemplos siguientes, aunque la proximidad a la realidad circundante sea grande, sentimos que las cosas ya no pasan de la misma forma, ya no es tanto el momento concreto, la ocasión que hace surgir lo hallado.

Nadie echa vino nuevo en odres viejos (Lc 5, 37)
¿Un ciego puede guiar a otro ciego? (Lc 6, 39)
No son los que tienen salud los que necesitan del médico (Lc 5, 31)
Esfuérzate por entrar por la puerta estrecha (Lc 13, 24)
El reino de los cielos es semejante a un negociante que buscaba perlas finas (Mt 13, 45)

Véase ahora como una idea puede llamar a una imagen:
¿A quién se comparan los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes’
Se parecen a los niños que, sentados en la plaza, se interpelan unos a otros: “Tocamos la flauta y no danzaste”
Entonamos lamentaciones y no lloraste” (Lc 31-32)

¿A quién, pues, se comparan los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes? Son preguntas de claro tenor literario, sobre la adecuación y la expresividad de la comunicación y no son un caso aislado.

Nótense algunos ejemplos que siguen al texto de Lucas de la Bienaventuranzas:

No hay árbol bueno que dé mal fruto, ni árbol malo que dé buen fruto. Cada árbol se conoce por su fruto: no se cogen higos de los espinos ni uvas de los abrojos.

El hombre bueno, saca los que es bueno del tesoro de su corazón, él que es malo, del mal tesoro saca lo malo, pues la boca habla de la abundancia del corazón. (Lc 6, 43-45)

Entonces:
Voy a mostrarles a quien se asemeja todo el que viene conmigo, que escuchas mis palabras y las pone en práctica: es semejante a un hombre que edifico una casa, cavó profundo y sentó sus cimientos sobre la roca. Sobrevino una inundación, el torrente arremetió con violencia contra aquella casa pero no la derribó, por haber sido bien edificada (Lc 6, 47-48)

Sabemos que Álvaro de Campos es un grande creador de imágenes, que le surgen de inmediato de la experiencia, prestemos atención a algunos ejemplos cogidos de sus poemas:

No tiré billete para la vida,
Cerré la puerta del sentimiento.
Compren chocolates a la criatura a quien seguí por error
Y quiten el letrero porque el mañana es infinito.
Pero tengo que hacer la maleta,
Tengo por fuerza que hacer la maleta
La maleta
Grandes son los desiertos, y todo es desierto
¡Come chocolates, pequeña, come chocolates!
Mira que no hay más metafísica en el mundo sino chocolates
Mira que las religiones sólo enseñan la confitería
¡Come pequeña sucia, come!

Existe ciertamente algún parentesco entre la renovación del repertorio de imágenes que encontramos en el lenguaje de Jesucristo y renovación semejante tan evidente en Álvaro de Campos, poeta sensacionalista, cuya Oda Triunfal, por ejemplo, vive principalmente de descubrir el potencial simbólico de los productos de la tecnología más reciente, de la trepidación de lo actual.

En los siguientes versos de Pessoa podemos descubrir alguna aproximación de la comparación de Jesús que habla de los mudos que juegan en la plaza:

Gato que juega en la calle,
Como si fuera en la cama...

Es común a los dos textos tanto el juego como el carácter urbano del espacio.

Hablar por parábolas
No se puede hablar del lenguaje de Jesucristo sin asignarle el lugar que la parábola posee en su enseñanza. Pero esa no es la parte más difícil de mi tarea, pues leí hace algún tiempo un óptimo libro sobre las parábolas, escrito por un pastor protestante suizo, fue traducido al portugués por un colega mío de juventud, sin ser muy extenso, tiene muchas cosas originales, voy a coger de esto algunas ideas.

Jesucristo fue un eximio parabolista, pero no inventó la parábola, hay muchas razones para creer que era común en la enseñanza rabínica de su tiempo, pero Jesucristo rejuveneció el proceso, lo alarga en términos temáticos y lo aproxima a lo cotidiano y hace pasar a través de él su mensaje lleno de novedad.

Su parábola, como la Fábula de Esopo, surge a la mitad del diálogo y surge sobre todo cuando el diálogo está amenazado, todos hemos tenido la experiencia de ver un diálogo donde ya no existe la comunicación, donde cada uno de los interlocutores se ven llenos de sus razones, pero no pasan de un interlocutor al otro.

En su diálogo con los fariseos, con los saduceos, con los rabinos, Jesucristo ha de haber enfrentado muchos casos así, pero lo mejor es ver como pasaron las cosas y notar que el texto que no es una parábola, tiene encajada una parábola, así que en vez de leerlo, voy a parafrasearlo.

Jesús fue convidado a casa de un fariseo llamado Simón (Lc 7, 36-50) podemos imaginar la situación existente. Habría una sala, la didvisión de la casa, de la que quizá tenía cuando menos una, lpero vamos a suponer que cuando menos tenía dos. En una de las divisiones se encontraba Jesucristo con su anfitrión y estarían también algunos hombres con ellos; era una reunión masculina, machista, las mujeres no se encontraban allí. Aquellos hombres podrían haber estado sencillamente medio sentados en el piso, sobre esteras, en el centro, habría algo como un travesaño y tal vez no hubiera mesa y con certeza no había cubiertos. La reunión se desarrollaba sin sobresaltos.

Aquel conciábulo masculino, va a ser sacudido por una mujer que llega de fuera, ciertamente no dice ninguna palabra, pues es mujer; pero se arrodilla a los pies de Jesucristo y comienza a llenarlos de perfumes y a enjugarlos con sus cabellos; como si ese gesto no fuera ya un enorme despropósito, acontecía que la mujer no era de buena fama, para Simón, era una pecadora, una impura, cuya presencia volvía todo impuro, y un fariseo era muy celoso de su pureza.

Además de eso, el gesto de la mujer era un gesto de gran intimidad, que embarazaba a la gente, que amenazaba la imagen de Jesucristo, Simón se pone a pensar: si este fuera profeta, sabría... en fin, un embrollo.

El diálogo entre Jesús y Simón no tiene hipótesis, por un lado, está Jesucristo, siempre pronto a extender la mano al marginado, a aquel que fue puesto en los grados más bajos de la escala social o moral, y del otro lado, está Simón con sus certezas fariseas, está por tanto en la hora de surgir la parábola. Jesucristo toma la palabra:

“Simón, había un señor muy rico que tenía dos deudores, uno le debía una cantidad fuerte y el otro apenas algún dinero, como ese señor era bueno, perdonó a los dos. Dime ahora, ¿cual de los dos deudores ha de quedar más agradecido?

“Aquel al que más se le perdonó” responde Simón. Muy bien, concuerda Jesucristo.

A partir de ese momento sólo hay que transferir este acuerdo conseguido en la ficción para aquella situación real, teóricamente, aquella mujer tenía para Jesús una gran deuda y Simón una deuda pequeña, Jesús los llamó al Perdón de Dios, perdonó a los dos, ¿Quién ha de quedar más agradecido? Y ¿Quién se mostró más agradecido?

La mujer había ido más lejos que Simón en el descubrimiento del sentido profundo de su persona. Hay en esta parábola, como en otras, un aspecto que merece atención, su aspecto autobiográfico, esto es, aquí como en otras ocasiones, dentro de la parábola, está el modo como Jesucristo ser relaciona con las personas, nombradas marginadas, Él viene para perdonar, para llamar a la dignidad, la libertad de hijos, por eso, su parábola la comentan los hechos e inversamente, los hechos de Jesús explican la parábola.

Las cosas no son tan sencillas como las presento, era preciso ver, por ejemplo, el camino de la parábola desde su presentación original hasta encontrarnos con el evangelio, en grupos donde no se señalan generalmente las circunstancias en las que surgió, la parábola larga del contexto espacial, temporal y cultural, de un tipo concreto de preocupaciones, se aísla, se traduce para otra lengua y cultura, se dirige a un auditorio diversificado... Más tarde será leída como alegoría.

Pero recordemos esto: la palabra parábola en el vocablo portugués y los que corresponden en español, francés e italiano derivan de parábola, esta tiene un tiempo de sucedido incontroversial, oigamos al menos otra parábola, es la del patrón que llama a los trabajadores a su viña, se previene que al final el oyente se siente defraudado, cree que hubo injusticia, pero ese sentimiento es premeditadamente provocado:

La sensación de injusticia se nos impone, hallamos que el dueño de la viña benefició a quienes trabajaron menos, que usó su dinero de una forma poco razonable, según nuestro entender de las relaciones laborales, cuando menos debería beneficiar también y principalmente a quien aguantó todo el día, pero la injusticia no existe en la lógica del parabolista, al final, la familia de aquellos hombres que fueron llamados más tarde también necesitaban comer, la noche iba a ser igualmente larga para todos ellos, y él era dueño de su dinero.

Pero parece que debemos de ver un valor simbólico en el dinero, es la totalidad, quien vino, quien respondió positivamente al llamado tiene derecho a la totalidad, el hijo pródigo tiene derecho a volver a ser hijo, no va a ser más un criado, aquellos trabajadores que respondieron positivamente al llamado van a ser generosamente recompensados. Dios llama, llama siempre y a cualquier hora, en su liberalidad sin límites, da la recompensa total siempre que haya respuesta afirmativa, no actúa como contable, quiere sólo empeño, pasión, hasta porque:

El Reino de los Cielos es también semejante a un negociante que busca perlas finas.
Habiendo encontrado una de gran valor, vende todo y compra la perla.

Jesucristo está sin duda lejos de aquella imagen meliflua que alguna vez quisieron hacer, y del que el propio Eca de Queiroz no se liberó y hay otras muchas así, exige a sus oyentes que piensen.

Conclusión
El lenguaje de Jesucristo está lleno de variedad, de adecuación al momento, de frescura innovadora, poética, se ve que sus palabras cuadran perfectamente con el ambiente cultural que las fuentes conocidas nos indican que era en la época de su enseñanza. Véase, por ejemplo, como aquel lenguaje se une tan íntimamente al paisaje galileo y judío, al nivel físico y humano, a lo cotidiano: por las actividades pesqueras, por la actividad pastoril (el pastor, las ovejas) por la actividad vinícola... está dirigida hacia la vida apartada de los pobres, está hacia los grandes señores con sus sueños y sus viajes, a su administrador, al juicio...

No es un lenguaje descolorido, intelectual, para iniciados, pero para todos, es próximo su experiencia a sus destinatarios, llena de vivacidad, constantemente marcada por la sorpresa, donde la imagen, la hipérbole o la antítesis, la parábola, la interrogación retórica surgen con entera naturalidad.

Es un lenguaje fácilmente memorizable, ciertas imágenes y parábolas no se olvidad y remiten inmediatamente para el mensaje que quieren transmitir, existe en este lenguaje gran eficacia comunicativa, si no fuera sí, no sería el Emanuel, “Dios con nosotros”, no necesitaba recalcare lenguajes ajenos, de filósofos antiguos para comunicar su experiencia de Dios.

Nótese que este lenguaje no tiene paralelo en los restantes escritos del Nuevo Testamento, tiene un estilo propio, inconfundible, que no se repitió.

Para terminar unos versos de Pessoa, no son para el quizá, pero...

Grande es la poesía, la bondad y las danzas...
Pero lo mejor del mundo son los niños,
Flores, música, la luna y el sol que peca
Sólo cuando, en vez de crear, seca.

Más que esto
Es Jesucristo,
Que no sabía nada de finanzas,
Ni consta que tuviera biblioteca....

PARA TRABAJAR EN EL TALLER.
1) Utilice en una poesía las técnicas de antagonismo, alegoría y paralelismo.ç
2) Consulte en su diccionario el significado de “paradoja” y entregue algunos ejemplos en Literatura.
3) Construya algunas frases con sujeto pasivo.
4) ¿En qué ocasiones encontramos “réplicas y contrarréplicas” en un texto literario dado?
5) Investigue acerca de la vida y obra de Álvaro de Campos.
6) Descubra en el diccionario el doble significado de "poeta" y elabore algunas conclusiones.
7) Escriba un poema usando las imágenes que utilizaba Jesús (lirios, mies, trigo, etc.)