viernes, 7 de septiembre de 2012

CHARLES PEGUY: POETA DE LA ENCARNACIÓN

 
 



En el siglo XX en Francia los discípulos de Mallarmé desarrollan la poesía pura, que busca llegar hasta la esencia de las cosas, despojándolas de su apariencia. El más importante es Paul Valéry (1871-1945), autor de La joven Parca (1917) y El cementerio marino (1922). Da gran importancia a la exactitud y a la precisión de la palabra. También busca este clasicismo moderno la poesía cristiana de Paul Claudel (1868- 1955) y de Charles Péguy (1873-1914).

Lea el poema "Dichosos los que han muerto" http://poesia-mayor.blogspot.com/2012/09/poema-de-charles-peguy-dichosos-los-que.html
 
Este texto fue una verdadera "autoprofecía". Vea como murió el poeta:
 

SU MUERTE
 
El 4 de setiembre, Péguy llega con su compañía a Montmélian, cerca de Saint-Witz. No hay más rezagados. Sólo hay un ejército que combatirá y que sabe lo que está en juego en esa batalla. Marchan en dirección de Meaux. En Nantouillet, el Sargento Victor Boudon ve «a Péguy sentado sobre una piedra al rayo del sol, blanco del polvo del camino, inundado de transpiración, con la barba crecida y los ojos vivaces detrás de sus anteojos sin patillas, (que) relee con lágrimas de alegría una carta de los suyos recibida el día anterior».
 
La 19ª se despliega en dirección de Villeroy. A las cuatro y media se desencadena el ataque. Se dispara a los alemanes a quinietos metros. Estos se baten en retirada. Con los prismáticos en la mano Péguy los ve huir. Algunos oficiales caen alrededor suyo. Le gritan ¡Tírese al piso! Siempre de pie Péguy aúlla sus órdenes. En ese momento cae, herido en el medio de la frente, sin gritar. Era la víspera de la Batalla del Marne. Sacrificio consentido, sin duda, muerte de caballero sin reproche, muerto de pie como se supo morir durante siglos, muerte que Péguy había deseado y merecido, muerte que en definitiva había cantado en las estrofas inmortales de Eva, cuarto Cuaderno de la décimo quinta serie:
 
«¡Felices los que han muerto en las grandes batallas,
Acostados sobre el piso frente a Dios.
Felices los que han muerto en el último sitial,
En el despliegue de los grandes funerales!»


La personalidad de Charles Péguy (1873-1914) es una de las más atractivas de nuestro tiempo, también para el pensamiento cristiano, que ha encontrado en el alma apasionada, en la mirada clara del poeta francés, un nervio central para la comprensión de la experiencia cristiana en el mundo presente.

EN EL BARRIO DE BOURGOGNE

Péguy nació el 7 de enero de 1873 "En la antigua Orleans severa y seria". Su padre, Désiré Péguy, carpintero, había participado en la guerra de 1870 de la cual había vuelto enfermo. Se casó el 8 de enero de 1872, no pudo retomar su oficio, se empleó en la municipalidad y falleció el 18 de noviembre de 1873. La madre de Péguy, originaria de Gennetines, cerca de Moulins, había aprendido a restaurar sillas. Era un buen oficio,- veinte centavos por una silla común, treinta y cinco centavos por una silla satinada-, con la condición de levantarse a las cuatro de la mañana y acostarse poco antes de la medianoche. Su abuela la ayudaba, el pequeño Charles también. Vivían en el barrio de Bourgogne, "una casa baja...La ventana estaba enmarcada por una hilera de ladrillos carcomidos y sobre el borde se alineaban las pesadas macetas en las que la abuela cultivaba cuidadosamente, orgullosamente, maternalmente sus fucsias y sus bellos geranios rojos."

Su madre le había enseñado a leer y a contar. A los siete años entró en la escuela anexa de la Escuela Normal. Se levantaba a las seis de la mañana para aprender sus lecciones y hacer los deberes, lustraba los zuecos, comía una rodaja grande de pan embebida en café negro y partía hacia la escuela.

Los Péguy eran cristianos católicos, tal como se entendía en aquella época, es decir estaban bautizados e iban a misa los días de fiesta. Péguy iba pues al catecismo. Pertenecía a la parroquia Saint-Aignan: Nuestros jóvenes vicarios nos decían exactamente lo contrario de lo que nos decían nuestros jóvenes alumnos-maestros... No nos dábamos cuenta. La República y la Iglesia nos dispensaban enseñanzas diametralmente opuestas...Tomábamos todo al pie de la letra. Creíamos enteramente, y de la misma forma, y con el mismo convencimiento, en todo lo que había en la gramática y en todo lo que había en el catecismo...No habíamos olvidado ni a una ni al otro."

Estos primeros recuerdos del barrio de Bourgogne llenarán toda su vida: "Todo estaba definido antes que tuvieramos doce años", escribe. Y a pesar del liceo Lakanal, Sainte-Barbe y la Escuela Normal, Péguy seguirá siendo el hijo de viejos campesinos y de viejos artesanos que conoció y amó: "Durante toda mi infancia vi restaurar sillas exactamente con el mismo amor, y con la misma mano, que este pueblo había tallado sus catedrales..." Amor por el trabajo bien hecho; Péguy conservará ese amor toda su vida. En los Cuadernos, pasará días enteros en la composición, velando por la perfección de su obra, como buen obrero de las letras que era.

Otro recuerdo del barrio de Bourgogne: Juana de Arco. Todos los años, el 29 de abril y el 8 de mayo, el niño Péguy ve entrar a Orleans, por la puerta de Bourgogne, una Juana de Arco a caballo, rodeada de clérigos, consejales y bomberos: "Avanzaba, blanca, erguida, mirando el cielo...Yo, la miraba..."

Lea y analice en su taller el poema "La muerte no es nada" http://poesia-mayor.blogspot.com/2012/09/poema-de-charles-peguy-la-muerte-no-es.html

DESCUBRIMIENTO DE PARIS Y EL MUNDO

Alumno-de 1885 a 1891- del liceo de Orleans, en el que había obtenido todos los premios, Péguy viene a estudiar retórica superior al Lakanal. Es la época de la huelga de Carmaux. Péguy se inflamó con los mineros, trabajó para ellos lo que le creó problemas con la administración. Adelantándose a la convocatoria, vuelve a Orleans para su año de servicio voluntario, del que egresa como sargento y, en octubre de 1893 entra en la Escuela Sainte-Barbe. Los Tharaud han contado sus paseos interminables en el Patio Rosado, en el que Péguy, ávido por dirigir, muestra ya dotes de líder.

Su mejor amigo, es por esa época Marcel Baudoin- con cuya hermana habrá de casarse- un joven enigmático, de familia burguesa, socialista y anticlerical, que iba a morir joven, durante su servicio militar y cuya influencia en Péguy fue innegable. Allí descubre la belleza del mundo. Primero París, con sus calles, sus casas y sus palacios. El París vivo, que sufre, trabaja, ama y ruega. París, ciudad de libertad y gloria, ciudad de miseria y revueltas, con "su cabeza sin cerebro y el corazón más grande que haya latido jamás en el mundo". París con su pueblo: trabajadores, curiosos, hombres apasionados por la justicia "singular pueblo de Paris, pueblo de reyes, pueblo rey."

Va al Louvre, en el "Français", oye a Mounet-Sully en Polyeucte, ve Antígona "espíritu intratable que no sabe ceder ante el infortunio". Sus grandes deslumbramientos datan de esta época: Homero, Sófocles, Corneille, Victor Hugo.

¿La miseria? La conoció muy joven, sabe que su abuela "había luchado sola contra la miseria y había cansado a la miseria, con los catorce centavos que ganaba fregando diez horas por día". La reconoce en los suburbios, en esa sopa de La miga de Pan, a la que el padre Battifol, capellán de Sainte-Barbe, lo ha invitado con sus compañeros; en esas conferencias de Saint Vincent de Paul, a las que lo lleva su "fiel Lotte".

En 1894, entra en la Escuela Normal Superior. Tiene como maestros al buen Ollé-Laprune, Bédier, al joven Romain Rolland, Bergson. El bibliotecario Lucien Herr, "director de conciencia muy laico de la juventud universitaria francesa", tiene una influencia considerable en él. El porvenir de Péguy ya parece trazado. Pero vive en la «pocilga». Utopía, frecuenta a Jaurès a quien admira...Luego de un año de escuela, hace un alto y vuelve a Orleans.

JUANA DE ARCO

Péguy no había vuelto a la casa del barrio de Bourgogne, como se creyó entonces, para hacer la Revolución o para convertirse en restaurador de sillas. Simplemente venía a meditar sobre Juana de Arco y a terminar la enorme obra de teatro que siempre llevaba consigo a todas partes en una valija cerrada con llave:Juana de Arco (1897). Para Péguy, Juana de Arco aparece como la perfecta encarnación de Francia: piadosa con el mal, fiel a su rey, sólidamente enraizada en su suelo natal, hija de campesinos, sana y lúcida, joven y fresca, derecha en su intención y corazón, insolente con los doctores, cristiana y no clerical, heroica y santa, inteligente y activa, "flor de coraje francés, de caridad francesa, de santidad francesa", en resumen: "La hija de Lorena a la que ninguna iguala" Para Péguy es el tipo de héroe socialista; sólo obedece a su inspiración que le viene de Dios y no tiene demasiado en cuenta a las autoridades regulares.

El problema del mal ocupa ahora el primer plano en el pensamiento de Péguy. Tiene pasión por la salvación, por la salvación humana y temporal únicamente. "Les he dado mi pan, le hace decir a Juana, ¡vaya negocio! Tendrán hambre esta noche, tendrán hambre mañana". Inútil es entonces la caridad. "La religión de Cristo, concluye Péguy, es una religión de desesperación, porque desespera de la vida y sólo tiene esperanza en la eternidad". Estamos en 1897. Habrá que esperar trece años para oir a Péguy hablarnos de nuevo de Juana de Arco. Pero entonces, Péguy se habrá vuelto nuevamante cristiano y será el admirable Misterio de la Caridad de Juana de Arco (1910).

SOCIALISTA Y PARTIDARIO DE DREYFUS

Reintegrado en 1896 a la Escuela Normal, luego de la muerte de Marcel Baudoin, Péguy sólo iba a permanecer allí por poco tiempo más. En efecto, se casa con la hermana de su amigo, funda una librería socialista y publica Marcel, primer diálogo de la Ciudad armoniosa (1898), en el que busca para el problema del mal una solución bien humana.

Influído por Lucien Herr, Péguy se había inscripto en el Partido Socialista durante el primer año de la Escuela Normal: "Todo era puro entonces, escribirá más tarde, todo era joven, un socialismo joven, un poco grave, un poco niño".Evidentemente Péguy nunca fue tomado en serio por Jaurès. ¿Su Socialismo? Consistía primero en llevar la felicidad al mundo. Y para ello en restaurar el gusto por el trabajo y la pobreza: "Un socialismo de San Francisco", al decir de los Tharaud. La doctrina importaba poco, si se tenía un impulso del corazón, si uno sabía sacrificarse por los demás, ser sincero. Así entendido, el socialismo de Péguy ¿era algo distinto de la caridad? «La caridad, dijo Dios, no me asombra... Esas pobres criaturas son tan desgraciadas que a menos que se tenga un corazón de piedra, ¿cómo no tendrían caridad unas de otras?..." Ese socialismo de Péguy iba a ser rudamente puesto a prueba con el caso Dreyfus. El caso empezó verdaderamente en enero de 1898, con el artículo de Zola "Yo acuso". Péguy se lanza a la lucha, es arrestado en Versalles, conduce el combate en la Sorbona, pone al Barrio Latino en estado de defensa republicana: "Herr comandaba a las fuerzas republicanas los días en que no se combatía; yo las comandaba los días en que se combatía". Péguy agrega: "Hay que decir simplemente que fuimos héroes, y más precisamente héroes a la francesa"..."Para él,escriben los Tharaud, el caso Dreyfus había tomado de pronto una especie de grandeza sagrada...Era el debate que continuaba entre Creón y Antígona, entre Félix y Polyeucte".

Hay que decir, y Péguy no nos desmentiría, que en filas dreyfusistas, todo no era absolutamente puro. Al lado de los cristianos y los utopistas, estaban los revolucionarios, los adversarios del régimen cualquiera que sea, los anarquistas, los agentes del extranjero, contentos de ver a los franceses despedazarse unos a otros, los aprovechadores y los hábiles, siempre listos para sacar partido de la batalla y enriquecerse con los despojos de los vencidos. Péguy, el poeta Péguy, no se dio cuenta al principio. El formaba parte de los utopistas. Se explicaba y su explicación es la de un cristiano más que la de un socialista:

"Una sola falta, un único deshonor alcanza para perder el honor, para deshonrar a todo un pueblo. ...No nos colocábamos en otro lugar que no fuera el de la salvación de Francia... En el fondo, no queríamos que Francia se constituyera en pecado mortal".
 
Para trabajar en el Taller:
1) Analice el poema "La pequeña esperanza" http://poesia-mayor.blogspot.com/2012/09/poema-de-charles-peguy-la-pequena.html  y compárelo con el texto bíblico de 1Corintios 13:8-13.
2) Investigue en qué consistió el "caso Dreyfus"
3) Escoja algún pasaje de la Biblia y otórguele un nuevo significado, aplicándolo en un poema.